Estados Unidos se negó a rendirse. Cada vez que México se adelantó y pareció controlar el partido, el cuadro de las barras y las estrellas complicó el resultado. Lo hizo al comienzo y al final de la noche, siempre con la convicción de respetar su historia y lugar en la zona. Así, hasta conseguir el campeonato.
Con los dos gigantes de la Concacaf negados a rendirse en el tiempo regular, la final de la Liga de Naciones se extendió hasta los tiempos extra. No bastaron los goles de Jesús Manuel Corona (1') y Diego Lainez (79'), para asegurar el título del torneo para México. Sobre todo, por la reacción casi inmediata de los locales.
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Giovanni Reyna empató las cosas antes de la media hora del juego (27'), mientras Weston McKennie (82') apareció en la siguiente jugada del 2-1 de México para mantener con vida al conjunto estadounidense.
En medio de la tensión y la rivalidad, el árbitro detuvo varias veces el encuentro por faltas, revisiones del VAR y el grito homofóbico de los aficionados en el Sports Authority Field, que volvió a presentarse en una ocasión durante los 90 minutos.
El Tricolor dominó los primeros 15 minutos del tiempo extra, pero luego se fue apagando a consecuencia del cansancio y la falta de espacios en el ataque. Del otro lado, Estados Unidos esperó y se mantuvo a la caza de un contragolpe.
El técnico Gerardo Martino, que mandó al campo a un equipo sin un 9 natural, insistió y presionó a sus jugadores para resolver las cosas antes de los penales. Pero no pudo conseguir su objetivo, pese al dominio marcado sobre su rival.
A los 114 minutos, llegó la polémica: el árbitro señaló una supuesta falta de Carlos Salcedo en el área sobre Christian Pulisic, con ayuda del VAR, y el delantero estadounidense se encargó de convertirlo en gol desde los once pasos.
Aunque el Tricolor pudo empatarlo con un penalti de Andrés Guardado, el portero Ethan Horvath, que entró por el lesionado Zach Steffen, se convirtió en figura y lo adivinó.
AJ