Con tan solo 12 años, Iñaki Hernández ya ha escrito un capítulo inolvidable en el deporte mexicano. Su victoria en el Campeonato Panamericano de Clavados no solo lo consolidó como una promesa internacional, sino que también conmovió al país gracias a un emotivo video donde dedicó su medalla de oro a su madre. Aquella escena, por supuesto, se viralizó rápidamente, convirtiendo al joven en símbolo del esfuerzo, la familia y la pasión por representar a México.
Desde su llegada al alto rendimiento, el clavadista prodigio ha vivido una transformación radical. De practicar gimnasia y admirar la lucha libre, dio un giro inesperado hacia las piruetas y la piscina, disciplina que ahora le exige entrenamientos intensos, largas estancias lejos de casa y una vida con más responsabilidades que juegos. A pesar del vértigo que a veces le provoca la plataforma, sabe que su futuro está en el aire, entre giros, altura y aplausos.
La señora Perla, su madre, fue testigo a distancia del triunfo en Colombia. Mientras trabajaba, recibió el mensaje que su hijo dedicó. En entrevista con Diario de los Deportistas, confesó: “Lloré de la emoción, fue una emoción muy fuerte. Ganar una medalla de oro, sé que implica mucho trabajo, mucho sacrificio y bueno. Ver el resultado en eso es un sentimiento indescriptible, y oír las palabras, fue un boom en mi cabeza”.
El orgullo de una madre que lo ha dado todo por su hijo
Más allá del triunfo deportivo, lo que más conmovió a México fue el gesto sincero de un niño que, tras recibir su medalla de oro, pensó en su madre antes que en sí mismo. Perla, sorprendida por la viralización del video, describió cómo vivió ese momento: “Iba camino a mi casa cuando vi el estado de su entrenador. No pude ver resultados ni nada de la competencia… Lo veo y veo el mensaje y fue un wow. Lo más curioso es que no se lo quise decir a nadie, esto lo quiero para mí”.
“Verlo realizar su sueño sería un gran logro y una emoción… yo creo que no dejaría de llorar en un mes”, dijo entre risas, aunque también con los ojos llenos de lágrimas.
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En cada clavado, el niño Hernández no solo representa a su país, también a quienes han hecho posible su camino. Y en el centro de todo está su mamá, cuyo orgullo no se mide en medallas, sino en cada paso firme que da su hijo hacia un sueño que ahora parece más cercano.
Un cambio de vida impulsado por el sueño olímpico
La historia de Iñaki no solo emociona por su triunfo deportivo, sino también por las decisiones difíciles que ha enfrentado. A los 10 años, dejó la gimnasia para probar suerte en clavados, gracias a una sugerencia de su entrenadora Sonia Dimitrova. Fue entonces cuando viajó a Guadalajara para ser evaluado por el entrenador Iván Bautista, figura clave en la formación de clavadistas olímpicos. Tras superar las pruebas, el CODE Jalisco le ofreció escuela y hospedaje, iniciando así su camino como atleta de alto rendimiento.
Su madre relató al medio anteriormente mencionado el sacrificio familiar que implicó esta etapa: “Fue una decisión difícil, porque era separarnos de él, obviamente, empezar una vida. Cambiarnos de estado, no es tan fácil. Entonces optamos por hacerlo así, que él se fuera a vivir allá, y el CODE nos apoyó mucho”.
A pesar de las dificultades económicas, los padres del joven hacen lo posible por visitarlo los fines de semana, un esfuerzo que el clavadista no da por sentado.
