A mediados de marzo, cuando se acumulaban los primeros casos positivos por Covid-19, decenas de países cerraron sus fronteras y suspendieron las actividades económicas más importantes; entre ellas, las deportivas. La mayor parte de los torneos y competencias internacionales cambiaron de fecha y los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 debieron posponerse hasta el 2021.
Tras la pausa de varios meses, y la reactivación de los sectores labores en el mundo, los atletas pudieron retomar su preparación en ciertas disciplinas. Por ejemplo, el ciclismo, que fue el primer deporte en ponerse en marcha formalmente el 4 de septiembre, con el Campeonato Nacional de Ruta en Aguascalientes y la clasificación al Mundial de Ciclismo en Italia.
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Ante el cierre de caminos en Europa, los deportistas mexicanos tuvieron que esperar a septiembre para viajar y competir con las medidas recomendadas por las autoridades de salud. Así, la vela fue la primera disciplina nacional que participó en la nueva normalidad por medio de Elena Oetling, a principios de ese mes.
De ahí vino el ciclismo mexicano en rutas extranjeras y la aparición de otros atletas como el fondista Juan Luis Barrios, quien participó en el Maratón de Londres, consiguiendo el lugar 16. En octubre, siguieron sus pasos Joel Pacheco, José Luis Santana y Jesús Arturo Esparza en el Mundial de Medio Maratón Polonia, además de Brenda Flores en la rama femenil.
Los deportes que faltan
Hay disciplinas como el taekwondo, en la que existía la esperanza de trascender durante el Gran Prix Final de Cancún, que tuvieron que aplazar su regreso hasta el siguiente año y obligaron a los deportistas a seguirse preparando desde casa.
También, se quedaron sin competencias oficiales los gimnastas de trampolín y los clavados, con la reprogramación de la Copa del Mundo para abril próximo.
AH