Lionel Messi tiene una conexión única con el fútbol, pero hay momentos en los que lo suyo va más allá de los goles y las camisetas. Y en su cumpleaños número 38, recordamos un gran acto del rosarino. Uno de esos momentos fue aquel domingo, 29 de noviembre de 2020, días después de la muerte de Diego Armando Maradona. Ese día, Leo no solo marcó un gol más con la camiseta del Barcelona: escribió una postal eterna en la memoria del fútbol.
Lo que pocos sabían era cómo se gestó ese homenaje que erizó la piel del planeta. “La Pulga” lo contó por primera vez, y el relato estremece: “Estaba acostado con Antonela la noche anterior, no se me ocurría qué hacer. Solo pensaba: ‘tengo que hacer algo por Diego’”. En ese silencio, buscando alguna camiseta de la Selección en su museo personal, ocurrió algo tan simple como mágico: una puertita, que siempre está cerrada, se abrió. Y ahí, como esperándolo, estaba ese pedazo de historia: la número 10 de Newell’s, la misma que Diego había usado en su breve pero inolvidable paso por Rosario.
“No me acordaba que la tenía. Estaba ahí, arriba de una silla, como diciéndome que esa tenía que ser”, confesó. Ese gesto espontáneo, guiado casi por un presentimiento, se transformó en uno de los tributos más puros y sentidos que alguien pudo hacer.
La camiseta, la noche y el destino
“Eran como las once de la noche”, recordó la leyenda del Barcelona. Subió solo al museo de su casa y, entre recuerdos y camisetas históricas, apareció la que tenía que aparecer. “Vi la de Newell’s y dije: me voy a poner esa”, y ahí cambió todo. La decisión ya no era solo un homenaje, sino una forma de sentir que Diego estaba cerca, como si esa camiseta hubiese elegido a Leo, y no al revés.
El capitán del combinado blaugrana, que no venía convirtiendo muchos goles en ese momento, temía no poder mostrarla, pero la pelota siempre entiende de guiones. Fue el cuarto gol ante Osasuna, en el Camp Nou. Lio la metió, se sacó la camiseta del Barça y debajo apareció la 10 de la “Lepra". Después levantó los brazos, miró al cielo y saludó.
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Un gol al cielo
El tanto no solo fue un gol más en las estadísticas, sino que ha sido un puñal directo al corazón del fútbol. Porque en ese gesto se unieron Rosario, la Selección, la historia, la muerte y la eternidad.
“No venía haciendo goles, pero apareció la jugada. Me acordé y esperé estar solo para mostrar la camiseta”, relató, como si algo, o alguien, hubiese acomodado el momento justo. No hubo sponsors, no hubo palabras grandes, no hubo discursos. Solo una camiseta, un número “10" y un tipo que cumplió con su deber ese domingo 29 de noviembre de 2020.
